Nativos evocan lucha de sus pueblos en “Olimpiada indígena” en Brasil

Por Heriberto Araújo. Enviado.

Palmas, Brasil, 28 Oct (Notimex).- Todavía jadeante por el esfuerzo que realizó en la competición de cabo de fuerza, la peruana Ana María Querari Moriano defiende la importancia de preservar las raíces y los pueblos nativos del continente, algunos amenazados.

Querari se refiere, por ejemplo, a la expansión de la actividad minera en Perú, que desde hace una década ha recibido miles de millones de dólares en inversión extranjera, lo que promovió el desarrollo económico, pero también ha generado un impacto para el medio ambiente y las comunidades que viven de éste.

“Económicamente nos ha beneficiado porque nos da trabajo, pero la minería ha afectado a nuestra salud, porque la extracción contamina nuestras aguas”, explica esta joven de 22 años.

“La naturaleza ya no da los mismos productos que nos daba en el pasado. Anteriormente todo era natural: la papa, el trigo, pero ahora con la minería eso ya no es igual”, señala esta jugadora de fútbol de la etnia quechua que reside en la región de Apurimac, al sur de Perú.

“Nuestros antepasados no fueron a la escuela ni conocieron las leyes, pero ya protegían la naturaleza. Ahora otros grupos étnicos llegan a nuestro territorio e invaden la riqueza que tenemos”, protestó por su parte la nicaragüense de etnia mayangna Brenda Alicia Taylor Frank.

Agregó que “tenemos miedo que en 20 o 30 años no tengamos ríos y hayan sido exterminados nuestros medios de vida. ¿De qué van a vivir nuestros hijos?”.

Aunque inicialmente estaba planteado como una competición deportiva y cultural, los Juegos Mundiales Indígenas –la primera ‘Olimpiada de nativos’ jamás organizada- adoptaron un cariz reivindicativo desde la inauguración.

En la ceremonia de apertura del evento la semana pasada, los indios de Brasil –país que participa con 24 minorías- abuchearon a la presidenta Dilma Rousseff en la tribuna, a quien acusan de no haber tomado medidas a lo largo de su primer y segundo mandato para proteger a los pueblos nativos.

Unas críticas que también arrecian en las nuevas generaciones, sin importar el hecho de que abandonen los poblados originales para estudiar.

“Todos los pueblos indígenas criticamos a Dilma porque nos menosprecia, nos discrimina. Estamos dentro de nuestras tierras y los blancos las invaden, y no nos protege”, reflexiona la joven Tayane Azonezokaeroce, una brasileña de 16 años de la etnia paresis, que vive en las florestas del estado de Mato Groso (oeste).

Algunas etnias y tribus brasileñas han rechazado participar en los juegos, en los que compiten cinco mil atletas de todo el mundo, con el pretexto de que el dinero del presupuesto –unos 24 millones de dólares- podría haber servido para llevar la sanidad pública a algunos poblados o para delimitar las tierras de los indios brasileños.

El negocio agropecuario –uno de los motores de la economía brasileña- es el principal causante de la deforestación –y por tanto de la pérdida de hábitats indígenas- en Brasil, país de inmensa riqueza natural que perdió el 1.8 por ciento de sus bosques entre 2010 y 2012.

Un estudio publicado este mes por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) señala que la producción agrícola –sobre todo de soya- y la habilitación de campos para pasto de ganado, son responsables en un 96 por ciento por la deforestación en el país.

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