Chef le sirve a Francisco alimentos sencillos

En esta foto del 17 de septiembre de 2015 se ve al gerente Angelo Vivolo y la dueña de Felidia, Lidia Bastianich, quienes prepararon las comidas para el papa Francisco durante su estancia de 40 horas en Nueva York. (AP Foto/Kathy Willens) NUEVA YORK (AP) — Alimentar al líder mundial de 1.000 millones de católicos es una tarea sobrecogedora, pero la chef Lidia Bastianich dijo que los platillos que le sirvió a Francisco durante su estancia de 40 horas en Manhattan fueron a la vez sencillos, sofisticados e incluso espirituales.

Tomates frescos, langosta de mar al vapor y burrata casera —una mezcla de muzzarella con crema— recibieron al papa Francisco en su primera noche en Nueva York, donde la célebre chef dijo que su menú se inspiró en la humildad y sencillez del pontífice.

“En estos alimentos está todo lo que siento sobre el catolicismo. Brindémonos un poco de sustento, un poco de amor”, dijo Bastianich, quien recogió zanahorias, remolachas, tomates y hierbas de su propia huerta para las comidas del pontífice.

The Associated Press pudo saborear en exclusividad algunos de los platillos, inspirados de la dieta sana del papa en Roma. Trascendió que su médico quiere que adelgace unos siete kilos (15 libras).

El jueves por la noche, después de la ensalada de tomate y langosta, se sirvió carne de res con hongos porcini. El postre fue de uvas y un pastel sin crema.

El almuerzo del viernes fue un risotto con trufas de verano y queso grana padano, con un agregado sorpresivo: bagna cauda, una salsa de anchoa y ajo en la cual se introducen verduras crudas, uno de los platillos preferidos de Francisco.

Después de almorzar, Francisco fue a la cocina, agradeció a Bastianich, el gerente Angelo Vivolo y su personal de cocina y pidió sorber un expreso con ellos. Luego entregó a cada uno un rosario con su bendición.

“Nuestros ojos se llenaron de lágrimas”, dijo Bastianich.

La cena del viernes fue de ravioles caseros rellenos con pera y queso pecorino, tan livianos y delicados que se derretían en la boca. El plato principal, el día que los católicos tradicionalmente comen pescado, fue lubina rayada asada con unas gotas de aceite de oliva y perejil picado, con limón.

Esta fue una visita con escasa pompa en la trastienda. Un pedido de Francisco llamó la atención por lo modesto: agua y bananas en su mesa de noche.

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