Refugiados sirios son contingente de ciudadanos invisibles en Líbano

Por Márcia Bizzotto. Enviada

Beirut (Líbano), 5 Dic (Notimex).- Dentro de las muchas capas de ropa que lleva para protegerse del frío, Khaleb, un niño de 18 meses, tose insistentemente entre los brazos de su madre, mientras su rostro es golpeado por el fuerte viento frío que barre el Valle de la Becá, a menos de una hora de la frontera libanesa con Siria.

La madre, Khaldeyeh, que pasó los últimos cuatro de sus 20 años de edad en ese refugio del Valle de la Becá, dice que su hijo lleva una semana enfermo y teme que padezca de una neumonía. No tiene medicamentos y no lo han atendido en el centro de salud, ya que el niño, nacido en el exilio en ausencia del padre, no tiene documentos.

La situación es semejante a la de centenas de hijos de refugiados sirios establecidos en Líbano y representan un “problema grave”, de acuerdo con la organización no gubernamental Caritas, que proporciona ayuda jurídica a esas personas.

“La falta de documentación les quita el derecho de tener derechos. Un indocumentado no puede acceder a hospitales o escuelas públicas y puede ser rechazado también en establecimientos privados”, indicó Joyce Geha, abogada de Caritas en Beirut.

Tampoco tiene posibilidad de firmar un contrato de trabajo, sacar un pasaporte o contratar servicios básicos, como agua, electricidad o teléfono.

“Me preocupa por la situación a largo plazo, porque el problema tiende a multiplicarse y tendremos toda una comunidad invisible en Líbano. El gobierno será incapaz de realizar estadísticas y de proveer servicios a esa gente”, observó Geha, en entrevista con Notimex.

Nadie sabe decir precisamente cuántos refugiados indocumentados hay en Líbano, ya que la naturaleza del problema dificulta la elaboración de estadísticas oficiales.

Una encuesta de 2014, citada por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), indica que el 72 por ciento de los cinco mil 779 recién nacidos sirios en Líbano carecían de un certificado de nacimiento oficial.

Sólo en Caritas se han tratado más de 250 casos en lo que va de año y Geha constata que el número “aumenta todos los meses”.

Una de las barreras para el registro de recién nacidos es el endurecimiento de los criterios para la concesión de visados para los sirios, que desde principios del año deben renovar su permiso de residencia cada 12 meses.

El documento es exigido para registrar a un niño, pero sacarlo cuesta 200 dólares por persona a partir de los 15 años de edad, un precio exorbitante para las familias de refugiados.

Caritas cubre los costos de renovación del permiso de residencia para la personas vulnerables y les proporciona asistencia jurídica para registrar a los niños.

Pero muchos refugiados se enfrentan a un obstáculo adicional: la exigencia una cédula de identidad de ambos padres.

“Muchos sirios nunca han sacado un documento de identidad, otros han huido del país dejando todo o lo han perdido en un bombardeo”, explicó Geha.

“No podemos pedirles que vuelvan a Siria para buscar un papel que está faltando, supondría ponerles en riesgo”, admitió.

La embajada siria en Beirut podría ayudar en algunos casos, pero los refugiados temen que, al presentarse a la misión diplomática, sus familiares que permanecen en Siria sean perseguidos por el régimen de Bashar Al Assad.

“Muchos de ellos han huido no por el Estado Islámico, sino por los bombardeos y la persecución del propio gobierno”, remarcó la abogada de Caritas.

Fatmeh, 23 años, nunca tuvo una cédula de identidad en Siria, así como sus padres, y ahora quiere que evitar que su hijo Tarek, de poco más de un año, nacido en Líbano, enfrente los mismos problemas por los que pasó.

“He sido muy buena alumna, pero no pude sacar mi diploma y entrar en una universidad porque no tenía papeles”, recordó con pesar.

Con la ayuda de Caritas, ha logrado autentificar el certificado de nacimiento de Tarek junto a un notario, otra de las exigencias para el registro, pero se ha topado con el rechazo del gobierno en la fase final del proceso debido a que ella, la madre del niño, carece de documentación.

Pese a la insistencia de ACNUR y de Caritas, el gobierno libanés se rehusa a simplificar el procedimiento de registro familiar para los refugiados.

“En tiempos de guerra es necesario ser muy prudente con el registro de niños. Es muy alto el riesgo de tráfico o de venta de niños, de secuestro para explotación o para el tráfico de órganos. Por eso uno entiende que no se hagan excepciones para los refugiados”, explicó Geha.

“La única esperanza para esa gente es que sean reubicados, a través de ACNUR, en un país tercero, signatario de la Convención de Ginebra. Muchos permiten a un refugiado tomar la nacionalidad de ese país y sacar un pasaporte luego de un determinado tiempo, aunque no tenga ningún documento”, sostuvo la abogada.

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