“Naia”, esqueleto más antiguo de América, hallado en Yucatán

Un agente inmobiliario de Suecia se encuentra vendiendo una casa que posee una tumba medieval con un esqueleto en el sótano.

El esqueleto de la joven, bautizada como Naia (Ninfa del Agua), fue encontrado en el Hoyo Negro, una cueva submarina en las costas yucatecas, donde la adolescente probablemente murió de una caída antes que la zona fuera sumergida en agua.

“Este esqueleto sugiere que los Paleo americanos representan una población temprana que pasó por Bering, no una migración previa de cualquier parte de Eurasia”, concluyó una veintena de científicos participantes en la investigación.

“Es consistente con la hipótesis que tanto los paleo americanos como los indios nativos derivan de una fuente única de población, aún cuando compartan o no una relación lineal”, señaló.

Inicialmente el cráneo de Naia fue encontrado por los buzos Alex Álvarez y Susan Bird mientras buceaban en Yucatán en 2007. Ambos contactaron a la arqueóloga Pilar Luna del Instituto de Antropología e Historia (INAH) de México.

Con respaldo de National Geographic Society continuaron la búsqueda de los restos y encontraron su pelvis rota, además de otros objetos como dientes de tigres y osos.

Científicos estadounidenses realizaron las pruebas de edad y determinaron una antigüedad de entre 12 mil a 13 mil años, además de los marcadores genéticos que emparentaron a Naia con los indios nativos de América de otras latitudes.

El descubrimiento de un vínculo genético ofreció el primer indicativo de que la diferencia de rasgos físicos entre los paleo americanos y los indios nativos no deriva de fuentes de origen diversas, sino de cambios evolutivos que transformaron su fenotipo.

Los rasgos craneales de los predecesores paleo americanos son más alargados y protuberantes, con una frente amplia; mientras que los indios nativos actuales tienen características que incluyen un rostro más redondo y frente corta.

“Las diferencias entre los paleo americanos y los indios nativos probablemente derivan de una evolución in situ más que de ancestros diversos”, concluyeron.

El descubrimiento abona asimismo a la hipótesis de que la migración por el estrecho de Bering pudo haber ocurrido en diferentes tiempos por grupos de migrantes diferenciados.

Por ello “las diferencias cráneo faciales entre los indios nativos y sus predecesores paleo americanos se explican mejor como cambios evolucionarios posteriores a las divergencias de quienes pasaron por Bering de ancestros siberianos”, indicaron.

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