El sábado el cohete Falcon 9 despegó de Cabo Cañaveral, Florida, con una misión específica: lanzar la cápsula Dragon al espacio con materiales para la Estación Espacial Internacional (ISS) y luego aterrizar sobre una plataforma flotante, el aterrizaje no funcionó.
Tras despegar el cohete, el Falcon 9 debería maniobrar para aterrizar sobre la plataforma flotante, situada a 300 kilómetros de la costa de Estados Unidos; sin embargo el aterrizaje fue demasiado brusco.
Elon Musk, fundador de SpaceX, aclaró que el barco se encuentra bien pero que parte del equipamiento en la cubierta de la barcaza deberá ser reemplazado.
Lo que pretendía el cohete era algo muy complicado, ya que el Falcon 9 es un cohete de 54 metros de altura y un diámetro de 3,4 metros, tiene un peso de 885 toneladas; la plataforma flotante sólo medía 91 x 51 metros y se encontraba en ligero movimiento por lo que sólo había un 50% de probabilidades de éxito.
La prueba realizada era clave para lograr algo muy importante en estos lanzamientos: reutilizar el equipamiento y reducir costos.