El ebanista, oficio “amenazado” por la tecnología

* Raúl Ruiseñor se esmera desde hace 46 años en crear auténticas joyas en madera

México, 23 Ene (Notimex).- La modernidad ha traído consigo grandes avances tecnológicos y beneficios a la humanidad, pero también se ha encargado de marginar los trabajos artesanales, y el ebanista es uno de los creativos que se han visto desplazado por las fábricas y talleres que maquilan muebles al mayoreo.

Esa situación ha provocado que la gente consuma esas piezas sin considerar el esfuerzo, el tiempo invertido y la creatividad de quien se dedica al oficio de ebanista.

A diferencia de un carpintero, el ebanista trabaja con maderas finas, se deja llevar por su ingenio, por la sensibilidad que le da al artesano las armas para desarrollar auténticas joyas de madera con sus manos.

Para quienes saben de estos menesteres un mueble elaborado por él, es considerado una obra de arte.

“Por lo regular, cuando se trabaja en algún taller, se divide en dos especialidades, carpintero y barnizador. El carpintero se dedica a hacer todos los muebles y luego, pasan al proceso de barnizarlos”, expresó a Notimex el ebanista Raúl Ruiseñor.

“Un ebanista es en sí carpintero y barnizador. Es el artista de la madera. Se dedica a hacer muebles de mejor calidad, esa es la diferencia. Yo, por ejemplo, tomé cuatro cursos de barniz para prepararme mejor”, dijo.

Ruiseñor, quien tiene 54 años de edad, recordó que desde los ocho comenzó a aprender el oficio gracias a las enseñanzas de su padre.

“Años más tarde, un amigo me invitó a trabajar por Lindavista. Hicimos los clósets, la cocina, el estudio y las recámaras, prácticamente todos los muebles de una casa”, platicó.

De acuerdo con la experiencia de Ruiseñor, en este oficio, los detalles son los que más importan, desde la elección del modelo de la madera, el aserrado, la soldadura, el ensamblaje, el decorado, el montaje y el uso del barniz.

Subrayó que el uso de este material puede ser desde el más barato de nitrocelulosa, hasta el más caro, con acabados de poliuretano.

Manifestó que el cliente, al final, será quien elija cada una de ellas y los costos dependerán del acabado que solicite.

“Lo primero es ir a comprar la madera, nosotros la escogemos porque muchas veces la pides y te la mandan. Yo voy y la escojo, busco la mejor que se pueda usar”, resaltó.

“La traemos y empezamos a procesarla. Hacemos también un desplante (sic) del mueble que vamos hacer, una plantilla de medidas exactas para hacer los cortes y luego a armarlo.

“Posteriormente, se mide y se arma ante todo el esqueleto y luego se hacen los detalles, después a barnizarlo. La madera se ‘entinta’ primero y después se pone el barniz”, explicó.

Con tan solo hablarlo, dijo, un ebanista puede hacer el mueble que le pidan.

“Somos como fotocopiadoras, el cliente nos da la idea y nosotros se la diseñamos para que le sea funcional. Somos fieles artesanos, porque la idea que tiene el cliente, se la mejoramos”, dijo.

Detrás de un mueble creado por un ebanista, hay esfuerzo, detalles y varios días de trabajo, aunque depende del tipo, señaló Ruiseñor, quien dice que puede tardarse desde dos días (haciendo una puerta), hasta un mes (cuando se trata de un librero, por ejemplo) en su elaboración.

Describió que es tanto el amor que una persona le profesa a su oficio, que la mayoría de las veces nadie se previene ni toma las medidas de seguridad adecuadas y necesarias, a pesar de trabajar con variedad de solventes y todo tipo de herramientas.

Al preguntarle acerca de los efectos de trabajar con solventes, Ruiseñor explicó las formas de aplicarlo y las maneras de evitar efectos nocivos.

“El barniz por ejemplo, tienes que aplicarlo siempre en una zona abierta para que ‘no te pegue’, pero nos ha tocado aplicarlo en lugares cerrados y el solvente del tiner te marea, más el barniz de nitrocelulosa que es el que se diluye con tiner.

“El de poliuretano se disuelve con un solvente especial y se aplica sin ningún problema, no te marea pero es más tóxico”, aseguró.

A pesar de ello, Ruiseñor le resta importancia a todo eso, es consciente de que debería usar una mascarilla pero, con sus años de experiencia y “con el tiempo, uno se acostumbra y es menos el efecto que causa”.

“Me encanta mi trabajo así que jamás lo siento pesado ni molesto, si te gusta lo que haces creo se hace más fácil y nada difícil”, continuó el ebanista, quien se muestra orgulloso de no haber sufrido nunca ningún tipo de accidente.

Explicó que suelen ocurrir accidentes, por ejemplo, al utilizar la sierra, “hay compañeros que se han volado un dedo, lo más peligroso es esta herramienta”.

Comentó que en la actualidad, mucha gente no le da la importancia que debería a la hora de comprar un mueble, toda vez que opta por adquirirlos en tiendas departamentales que a su vez compran al mayoreo.

“Trabajo hay, la diferencia es que nos está pegando (sic) ese tipo de talleres grandes que lo hacen todo en serie, sale más barato, pero aun así, nunca van a mejorar la calidad de nosotros, nunca”, subrayó.

“Para empezar, la madera, hoy en día todas las mueblerías trabajan totalmente un material que se llama MDF, es un comprimido, casi cartón, y nunca lo vas a comparar con la madera”.

Por ello, es que Ruiseñor se mantiene en la preferencia de la gente a la hora de contratarlo.

“Mi trabajo me recomienda con los clientes, le trabajo a uno y él me recomienda con sus amigos y ya tengo otro proyecto”.

Lamentablemente sus conocimientos se perderán, toda vez que no tiene a quien compartirlos.

“En un tiempo estuvieron mis hijos conmigo pero no les gustó el oficio, no le hallaron, o será porque yo soy muy exigente. El trabajo tiene que estar bien, no a medias, sino bien, porque eso es lo que atrae más clientela”.

“Creo que mi conocimiento se quedará hasta aquí, conmigo, porque ya no tengo a quien más ofrecerlo”, dijo con cierta melancolía, mientras guarda la esperanza de que alguno de sus nietos siga sus pasos.

“En ocasiones están aquí conmigo y agarran un martillo, el serrote, y apenas tienen cuatro años, igual y sí se animan”, expresó el ebanista a la vez que le regresa la sonrisa al rostro.

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