Mujer enfrentó indiferencia al cambiar de ciudad por sismo

Puebla, 18 Sep (Notimex).- Lucila Feria Acosta, ama de casa y de profesión licenciada en Administración de Empresas, señaló que fue difícil cambiar de residencia y llegar a la entidad tras el sismo registrado en el Distrito Federal, el 19 de septiembre de 1985.

En entrevista con Notimex, mencionó que no contaba con nadie, “además que los círculos sociales en la capital poblana son cerrados. Cuando llegamos a Puebla no teníamos familiares; el cambio fue bastante difícil”.

Abundó: “Las personas son cerradas en su círculo y entrar era difícil, muchas veces nos presentaban con algunas personas varias veces y estas mismas nos decían ‘mucho gusto’”.

Feria Acosta, originaria del Distrito Federal y quien vivió el sismo de 1985, dijo que en el caso de su esposo también fue difícil, porque con sus compañeros de trabajo no tenía una buena relación.

Señaló que en la ciudad de México se tienen más sitios de diversión y de compras, entre otros aspectos, y en Puebla no, de ahí que fue difícil el cambio de ciudad.

Añadió que en lo profesional su esposo quedó en la misma empresa y lo trasladaron para Puebla con el puesto que tenía en ese momento y tuvo posibilidades de ascender, sin embargo, en su caso le fue difícil encontrar trabajo.

“Fueron muchas circunstancias, en donde no se tienen personas para cuidar a los hijos; las empresas no quieren recibirte por muchas situaciones, como es que dejé un tiempo de trabajar”, sostuvo.

Al recodar lo sucedido el 19 de septiembre de 1985, indicó que esa mañana cuando empezó el temblor estaban alistándose para salir, primero comenzó a sentir que se movía todo de un lado para otro y después a brincar, es más se podía ver cómo los autos rebotaban en las paredes.

“Durante el primer sismo, el 19 de septiembre en la mañana, sí nos espantamos, pero como no habíamos salido de inmediato no teníamos la magnitud del desastre, pero al día siguiente que se tuvo la réplica la gente se hincaba en la calle y se ponía rezar y gritar”, recordó.

Feria Acosta subrayó que todo eso se queda grabado en la memoria, y aunque las personas quieran superar el temor no es nada fácil.

Ejemplificó que los muros crujían. Cuando ya salieron de casa empezaron a ver que se caían las bardas de otras viviendas, pasaban ambulancias, además que no servía el teléfono y no había luz ni paso para mucho otros lugares, lo que provocó que se regresaran a casa y estar pendientes de lo que informaban en medios de comunicación.

“Mi esposo tuvo que ir auxiliar en las tareas de rescate, sobre todo de sus compañeros de trabajo, que en ese entonces eran las operadoras de Teléfonos de México y tuvo que ir auxiliar, mientras yo me quedé en casa”, añadió.

Explicó que cerca de su casa se habilitó una parroquia como un albergue para quienes habían perdido su patrimonio.

Precisó que ante esto empezó a preparar tortas para llevarlas a dicho lugar, además de ropa, es decir, todo lo que podía conseguir para apoyar a las personas.

Señaló que algunas personas conocidas salieron de la ciudad de México después del sismo, en donde unos se fueron a Querétaro, otros a Toluca, es decir, cambiaron su residencia a las ciudades cercanas al Distrito Federal.

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