Exclusivo AP: Club de Golf revela trampas para presidencia

DUBAI (AP) — El reloj decorativo que lleva el nombre del 45to presidente de los Estados Unidos todavía no marca las horas en el Trump International Golf Club en Dubái, pero los empresarios que financian el proyecto ya están contando las ganancias.

El campo de 18 hoyos probablemente será la primera propiedad relacionada con Trump a inaugurar luego de su juramentación el 20 de enero para sumarse a la vasta organización con bienes desde Bali hasta Panamá.

También concentra el cúmulo de temores sobre posibles conflictos de interés que circulan a un presidente muy distinto de los mandatarios anteriores de Estados Unidos. Si bien la Oficina Oval siempre ha alojado a hombres adinerados, Trump representa el primer presidente con una franquicia.

¿Podrán gobiernos extranjeros presionar o complacer a Trump a través de sus negocios internacionales? ¿Deben los proyectos que llevan su nombre recibir seguridad adicional? ¿Y hasta qué punto debe mantener lazos estrechos con directivos empresarios que trabajan en zonas donde las concepciones de los derechos humanos y la justicia difieren ampliamente de las estadounidenses?

“Jamás ha habido algo ni remotamente parecido, nada que se le parezca”, dijo el historiador legal y experto en ética Robert W. Gordon. “Trump tiende a tratar sus negocios y sus políticas públicas como una suerte de extensiones de sí mismo. Aparentemente no tiene el menor empacho en reunir y combinar su empresa con las medidas y políticas del gobierno de los Estados Unidos”.

La inauguración del Trump International Golf Club en Dubái —el emirato con un contorno futurista coronado por el edificio más alto del mundo— está prevista para febrero y sus gerentes serán empleados de la Organización Trump.

El campo se encuentra junto a un camino que comienza cerca del lujoso hotel Burj al-Arab y pasa junto a un centro comercial con ladera artificial para esquiar. El lujo se prolonga hasta el campo de par 71 diseñado por el arquitecto especializado en golf Gil Hanse, donde los ondulantes fairways conducen a greens suavizados con arena de sílice introducida entre microbriznas de hierba.

Se encuentra dentro de Akoya, un enorme complejo residencial de 2.600 fincas y 7.000 apartamentos construidos por DAMAC Properties, una inmobiliaria de Dubái especializada en propiedades de lujo. Se prevé otro campo de golf regentado por Trump para un proyecto vecino aún más grande de DAMAC.

Ahora que Trump se apresta a asumir la presidencia, analistas de seguridad insinúan que las propiedades que llevan su nombre podrían ser blancos de ataques. Su promesa de campaña de un “cierre total y absoluto” de Estados Unidos al ingreso de musulmanes, seguido por la propuesta de “investigar con extremo rigor” a los inmigrantes provocaron furia en la región. Durante un breve tiempo se retiraron los logos de Trump del campo.

Con todo, Emiratos Arabes Unidos, aliado firme de Estados Unidos en la guerra contra el grupo Estado Islámico y sede de unos 5.000 efectivos militares estadounidenses, es un rincón pacífico del mundo árabe.

El aspecto financiero es otra cosa.

DAMAC, una empresa privada, compró la propiedad para Akoya al gobierno de Dubái en 2012 por unos 350 millones de dólares. El gobierno de Dubái responde al gobernante hereditario, jeque Mohamed bin Rashid Al Maktum, a la vez vicepresidente y primer ministro de los EAU.

Los servicios a la propiedad —electricidad, agua, caminos— son a discreción del gobierno. El bar del club necesitará permiso especial para vender bebidas alcohólicas, en medio de un cúmulo de asuntos regulatorios.

Esto podría suscitar objeciones en base a la llamada “cláusula de emolumentos” de la constitución estadounidense, que prohíbe a los funcionarios públicos aceptar regalos o pagos de gobiernos extranjeros sin autorización del Congreso.

Toda negociación con la marca Trump generaría al menos la apariencia de algo impropio, advierten expertos legales.

“Tiene tantas propiedades que sus intereses de negocios se convierten en un blanco evidente tanto para amenazas como sobornos”, dijo Gordon. “Los peligros vienen de dos direcciones: una es que las potencias extranjeras traten de utilizar los intereses de Trump como medio para sobornarlo y conseguir que apruebe políticas favorables a ellos o usarlos para presionarlo”.

Trump ha dicho que se abstendrá de manejar su imperio mientras sea presidente, pero aparte de decir que los gerentes “lo manejarán con mis hijos” no ha ofrecido más detalles.

Erik Jensen, profesor emérito de derecho en la Universidad Case Western Reserve, dijo que eso por sí solo representa problemas.

“No basta entregar el control a los chicos. Sin duda se van a reunir para las fiestas, hablarán por teléfono”, dijo Jensen. “Habrá mucho contacto”.

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