La portavoz del Departamento de Estado, Victoria Nuland, dijo en conferencia de prensa que “si hay la circunstancia de que (Chávez) no está en capacidad de ejercer sus funciones, queremos ver una transición apegada a la Constitución”.
Estados Unidos fijó su posición escasos días después de que el presidente de la Asamblea Nacional venezolana, el diputado oficialista Diosdado Cabello, dejó entrever que se podría prorrogar la fecha de toma de posesión de Chávez para su cuarto periodo, que según la Constitución está prevista para el 10 de enero.
Pero algunos juristas y opositores sostienen que la fecha no puede ser prorrogada. La Constitución, dicen, establece que en caso de que el mandatario electo no pueda juramentarse el presidente de la Asamblea Nacional debe asumir el gobierno y llamar a elecciones en 30 días.
Chávez no ha sido visto ni oído desde el 11 de diciembre cuando fue sometido a la cuarta cirugía por un cáncer en 18 meses. Desde entonces las autoridades venezolanas han informado una serie de altibajos en su recuperación, la más reciente la noche del domingo, anunciando que una infección respiratoria había puesto al presidente en un estado de salud “delicado”.
Nuland agregó que Washington también aspira a que si llegara a convocarse una elección presidencial “sea transparente, democrática, libre y justa, incluyendo el ambiente que rodea a la elección”.
La portavoz indicó que “juzgaremos nuestra capacidad de mejorar la relación con Venezuela en base a los pasos que ellos puedan adoptar”.
Ambos países carecen de embajadores desde 2010, cuando Caracas retiró el placet al candidato a embajador propuesto por la Casa Blanca y Washington respondió pidiéndole al entonces emisario venezolano que no ocupara su puesto tras unas vacaciones.
Pero Washington y Caracas iniciaron recientemente conversaciones de alto nivel sobre los pasos que podrían dar y que eventualmente podrían desencadenar un intercambio de embajadores, según confirmó a AP un funcionario del gobierno estadounidense.
La subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, sostuvo en noviembre una conversación telefónica con el actual vicepresidente y canciller Nicolás Maduro sobre las maneras de mejorar la relación bilateral, tal como reportó el mes pasado el periodista venezolano Nelson Bocaranda en su página de internet.
Y Kevin Whitaker, encargado de América del Sur en el Departamento de Estado, tuvo una conversación posterior con el embajador venezolano ante la OEA, Roy Chaderton, tal como reportó el fin de semana pasado el columnista Andrés Oppenheimer.
El funcionario que solicitó a AP el anonimato por no estar autorizado a hablar públicamente sobre el tema indicó que “el intercambio de embajadores tendría lugar solamente después de que se logren algunas medidas previas para construir la confianza mutua”.
Agregó que ambas capitales “han mantenido contactos de alto nivel aunque no hay embajadores”, dando a entender que las conversaciones sostenidas por Jacobson y Whitaker no son las únicas.
Roger Noriega, predecesor de Jacobson en el cargo y actual investigador del American Enterprise Institute, criticó el mes pasado las conversaciones al calificarlas como “una bendición del gobierno de Obama a un régimen antiestadounidense, autócrata y criminal” en la página web de ese centro de estudios de tendencia conservadora.