Telescopio solar, tesoro que resguarda instituto astrofísico en Puebla

Por Angeles González Bretón. Corresponsal

Puebla, 7 Oct (Notimex).- Entre los tesoros que resguarda el Instituto Nacional de Astrofísica, Óptica y Electrónica (INAOE) está el telescopio solar y la colección de placas astronómicas de la Cámara Schmidt, que están registradas en la Memoria del Mundo de la UNESCO.

Asimismo, la importancia del trabajo de dicho Instituto, también trasciende a través de sus divulgaciones científicas e investigaciones.

Durante un recorrido por sus instalaciones se pudo observar el telescopio solar que llegó a México en 1938, durante la gestión del entonces presidente de México, general Lázaro Cárdenas.

Fue adquirido por el doctor Luis Enrique Erro, quien también fue fundador del Instituto Politécnico Nacional y del Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (Oanton).

Agustín Márquez Limón, técnico investigador en el INAOE, comentó que con el dinero con el cual se compró este telescopio de montura alemana y de óptica francesa, era el que el presidente Cárdenas le dio al doctor Erro para que se realizara una operación en el oído, pero el científico decidió destinarlo para la comunidad científica.

En un inicio, este aparato óptico sería colocado en Tacubaya, en la ciudad de México, pero debido a la contaminación de la metrópoli, lo que no permitiría observar las estrellas, se determinó instalarlo en Santa María Tonantzintla, Puebla.

“Gracias a estas obras y muchas otras actividades que realizó Luis Enrique Erro como científico mexicano, le concedieron el honor de poner su nombre en un cráter de la Luna”, explicó.

El Sol es la estrella más cercana a la Tierra, tiene 150 millones de kilómetros o algo así como 8 minutos viajando a la velocidad de la luz, que es de 300 mil kilómetros por segundo. Emite rayos gama, rayos X, luz ultravioleta y espectro electromagnético, características que se pueden observar con este tipo de telescopio.

Márquez Limón agregó que el Sol, estrella considerada pequeña, es muy tranquila y está a la mitad de su vida. Se estima que ha quemado cerca de 5 mil millones de años de hidrógeno, y por el tamaño, los científicos suponen que tiene para quemar otros 5 mil millones de años de hidrógeno.

El telescopio es mecánico, no necesita de energía eléctrica y sirve para monitorear y observar las protuberancias en el astro rey. Su máquina trabaja como los relojes antiguos, es decir, hay que darle cuerda para que trabaje.

“Cada 11 años, el Sol entra en un periodo donde sus campos magnéticos sufren una polarización y se invierten, eso hace que se formen burbujas de material caliente, broten a la superficie y exploten. Se observan como manchas oscuras por la diferencia de la temperatura”, informó.

En este mismo edificio, el INAOE también resguarda la colección de placas astrofotográficas de la Cámara Schmidt de Tonantzintla, las cuales, desde febrero de este año quedaron registradas en el Programa Memoria del Mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).

Raúl Mújica García, director de Divulgación del INAOE, detalló que la importancia de estas placas radica en que contienen los primeros registros de las observaciones del cielo en esta posición geográfica.

Además, no existe en ninguna otra parte del mundo una colección espectral tan grande como la de Tonantzintla, donde se realizó un muestreo, básicamente todo el centro de la galaxia y uno de sus polos.

La colección es fiel reflejo del quehacer científico realizado a lo largo de medio siglo, por algunos de los más destacados científicos mexicanos, entre ellos, el doctor Guillermo Haro Barraza, en el Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla de 1942 a 1971 y, posteriormente, en el INAOE, de 1971 a 1994.

Las placas son de cristal y tienen una emulsión fotográfica que cubren un área de 5 grados por 5, es decir, 10 por 10 veces la luna llena, esa es el área en el cielo que se cubre con las placas. Eran fabricadas por la empresa Kodak y miden 20.3 por 20.3 centímetros y tienen un milímetro de ancho.

Para su conservación, las cámaras permanecen en un cuarto acondicionado con clima que permite mantener las placas en buen estado, a una temperatura promedio entre 13 y 15 grados y un factor de humedad menor a 60 por ciento, para que no se produzcan insectos o animales que puedan afectarlas.

En esta habitación, las placas son resguardadas por separado y de forma ordenada por coordenadas astronómicas (ascensión recta y declinación), en lo que pareciera archiveros.

No se pueden tocar de manera directa con las manos para evitar contaminarlas de grasa, mugre o sustancias que afecten el trabajo de décadas.

“Ahora tenemos 15 mil 676 placas obtenidas con la Cámara Schmidt, y también tenemos las que fueron el primer censo de todo el cielo que se obtuvo en el norte con el Telescopio conocido como Monte Palomar por los años de 1940.

“Después se completó con imágenes que se grabaron en Chile, del sur, para así tener una foto completa de todo el cielo”, refirió.

Mújica García destacó que hay poco observatorios en el mundo que tienen la colección de placas originales de Monte Palomar, por ello, es considerado un gran tesoro. Cada placa contiene la información del cielo en un particular instante.

El proyecto de digitalización se efectúa de tal manera, que no se trata de sólo tomar una foto de las placas, sino de realizar un escaneo muy preciso y sofisticado de las mismas y digitalizarlas, de tal forma que se puedan recuperar todas sus características, así como analizarlas astronómicamente.

A futuro se pretende desarrollar una base de datos, a la que tendrá acceso la comunidad astronómica mundial, la cual podrá estudiar la impresionante cantidad de información plasmada en las placas.

NTX/AGB/LCH/VGT/ASTRONOMICA15

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