A Alfonso Caso se le recuerda como uno de los siete sabios mexicanos

México, 29 Nov (Notimex).- Apasionado por el México antiguo y conocedor de diversas disciplinas como la Filosofía, el Derecho y la Antropología, Alfonso Caso Andrade es recordado a través de su basto legado intelectual, a 45 años de su fallecimiento, que se cumplen mañana.

Alfonso Caso Andrade fue un arqueólogo, abogado y antropólogo que nació en la Ciudad de México el 1 de febrero de 1896 y fue hermano del filósofo Antonio Caso, quien también contribuyó a la educación en el país, refiere la biografía que de él difunde la Enciclopedia Británica.

El sitio en línea de El Colegio Nacional señala que estudió en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), de donde obtuvo los grados de abogado en 1919, y de maestro en Filosofía en 1920; y se desempeñó como profesor de Lógica y Epistemología de 1918 a 1928, y de Arqueología mexicana de 1929 a 1943.

También impartió clases en la Escuela Nacional de Altos Estudios (hoy Facultad de Filosofía y Letras); en la Escuela Nacional de Jurisprudencia, en la Escuela Nacional de Antropología, institución de la que fue cofundador.

Su pasión por la antropología inició hacia 1926 cuando comenzaba a adentrarse en su estudio. En 1930 fue a Monte Albán donde inició exploraciones que darían continuación sus estudios publicados en “Las estelas zapotecas”.

Descubrió la tumba número siete de la acrópolis zapoteca de Monte Albán en Oaxaca, que contenía hermosas ofrendas de incalculable valor histórico y artístico, informa el sitio en línea del Museo de la Escuela Bancaria Comercial “museoebc.org”.

Estas exploraciones dieron como resultado tres volúmenes que daban cuenta de la importancia de los descubrimientos ahí hechos: “Urnas de Oaxaca” (1952), “La cerámica de Monte Albán” (1967), y “El tesoro de Monte Albán” (1969).

Alfonso Caso contribuyó al estudio de códices e inscripciones del México antiguo, y explicó la historia mixteca, sobre todo cronológica, que permitió traducir el calendario mixteca al cristiano, en “El mapa de Teozacualco” en 1949.

Este descubrimiento lo llevó a estudiar la correlación del calendario azteca con el cristiano que se resume en “Los calendarios prehispánicos”, en los que se explica la sincronología indígena y occidental.

Por su profesionalismo y relevancia en el mundo cultural e intelectual, se desempeñó como director de la Escuela Nacional Preparatoria en 1938, y fue el rector número 28 de la Universidad Nacional Autónoma de México, de 1944 a 1945.

También fue jefe del Departamento de Arqueología del Museo Nacional y años después, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Fue fundador de diversas organizaciones como la Escuela Bancaria y Comercial, El Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Historia.

Obtuvo numerosos premios y reconocimientos por su labor, entre los que destacan el Premio Nacional de Ciencias de 1960, y llegó a ocupar el cargo de vicepresidente de la American Archaeological Society; perteneció a distintas sociedades científicas.

Es autor de 300 obras, entre las que destacan: “El teocalli de la Guerra Sagrada” (sobre el monolito encontrado en los cimientos del Palacio Nacional (1927), “La religión de los aztecas” (1936), “Trece obras maestras de arqueología mexicana” (1938), y “Calendario y escritura de las antiguas culturas de Monte Albán” (1947).

Perteneciente a la generación de 1915 es fundador, con Manuel Gómez Morín, Vicente Lombardo Toledano, Teófilo Olea y Leyva, Antonio Castro Leal, Alberto Vásquez del Mercado y Jesús Moreno Baca, de la Sociedad de Conferencias y Conciertos, que más tarde sería recordada como el grupo de los siete sabios.

El maestro Alfonso Caso pasó los últimos 22 años de su vida como director del Instituto Nacional Indigenista y murió el 30 de noviembre de 1970, en la Ciudad de México, donde sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres.

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