Conversaciones incómodas

¿Debemos tener conversaciones incómodas? Absolutamente sí. Las relaciones humanas cada día son más carentes de valores básicos como el respeto y la empatía porque vivimos en un mundo demasiado apremiante, en una sociedad absurdamente exigente y donde la inmediatez nos abruma, el ahora ya pasó.

Sin embargo, las mismas relaciones humanas siempre demandarán acuerdos, asertividad y, aunque parezca obvio pero no lo es: conversaciones incómodas.

Pero, ¿qué son las conversaciones incómodas?

Pareciera estéril e incluso absurda la pregunta, pero no lo es. Más allá de lo obvio, es imperante recordar qué son las conversaciones incómodas y, sobre todo, cómo afrontarlas.

Genuinamente pasamos mucho tiempo evadiéndolas, sin embargo, justo como lo dice su nombre, las conversaciones incómodas nos hacen pasar a un mejor escenario en cualquier relación porque sobrellevarlas es muestra de madurez, de ceder y ampliamente de un sentido de gratitud y comprensión.

No podemos tener conversaciones incómodas e incluso discusiones sin haber aprendido de ellas, sin hacer reconocido que toca escuchar y muchas veces ceder, ampliar nuestro panorama y pensamiento hacia la empatía y comprensión de los porqués de la otra, otras personas.

Este tipo de conversaciones solidifican las relaciones humanas. Ya sea de pareja entre mujer-mujer, hombre-hombre, mujer-hombre pero también familia con los hijes, con los amigos o compañeros de trabajo.

Muchas de estas pláticas nos harán mostrarnos vulnerables e incluso sensibles porque suelen ser de temas que justamente nos incomodan. Pero son necesarias para avanzar y evolucionar como personas e incluso en esa relación de pareja, de amistad o con la familia.

Urgen las conversaciones incómodas

Muchas veces apelamos a la mesura y entonces evitamos esas conversaciones incómodas que nos colocan en escenarios hipersensibles, incluso de angustia o dolor pero sobre todo de disputa o confrontación. Porque sabemos que la otra persona muchas veces tiene la razón y está buscando una forma, un cómo, una manera de lograr un acuerdo o entendimiento.

Por eso la urgencia de sostenerlas, pero también de promover esas charlas que solo buscan un reajuste, un reacomodo e incluso nos llevarán a un mejor sitio dentro de una relación.

Hay charlas inapelables que además debemos priorizar tenerlas porque nos brindará mayor seguridad, por ejemplo:

  • La conversación con el superior o el director para un aumento de sueldo. Urge tener la disposición y decisión de afrontarla.
  • Decirle a la chica, chique, chico que te gusta, que quieres algo más que su amistad. Quizá el momento será incómodo, pero con prudencia y sensibilidad es muy probable que logre su cometido.
  • Pedir permiso al padre, madre, tutor. Pareciera sencillo pero muchas veces es un tipo de conversación que de antemano tendrá muchos “no”, porque, por ejemplo, una madre va a ver más allá de lo que miran los ojos de una joven. Pero con argumentos sólidos seguro será una buena charla.
  • Renunciar a un empleo, proyecto o equipo.
  • Postergar esa conversación con la pareja porque ya de plano no están funcionando juntos. A —casi—todos nos ha pasado esto, vamos dejando que pasen los días como si eso lo fuera a solucionar y no. Hay que afrontar esa plática y tomar decisiones en pro del bienestar de las dos personas.