Refugiados sirios, un dolor de cabeza para Uruguay

MONTEVIDEO, Uruguay (AP) — Un año después de acoger a cinco familias sirias en un publicitado gesto humanitario, el propio impulsor de la medida, el expresidente José Mujica, critica la iniciativa, los refugiados dicen que prefieren regresar al Líbano y el gobierno anuncia que hará lo posible por reubicarlos.

Nada parece haber salido bien y abunda el malestar en momentos en que la comunidad internacional trata de ubicar a decenas de miles de sirios y de personas de otros países que le huyen a la pobreza y la violencia, sobre todo en Africa y el mundo árabe.

“Yo pedí que me trajeran campesinos y me trajeron clase media, relativamente acomodada”, se quejó Mujica el miércoles a la noche en el canal 12 de televisión. Mientras el expresidente hablaba ante las cámaras los refugiados que él trajo al Uruguay acampaban a la intemperie frente a la Presidencia reclamando que se les permita volver al Líbano.

La protesta había comenzado el lunes a la mañana y terminó el jueves a la noche, cuando los refugiados aceptaron levantar su campamento y comenzar a negociar con las autoridades.

Horas antes, el presidente Tabaré Vázquez había anunciado que los ayudaría a encontrar otro país donde radicarse, si eso desean. Aunque aclaró que no podrá ser el Líbano, ya que el gobierno uruguayo consultó y la respuesta fue negativa.

El improvisado campamento dividió a los uruguayos. Mientras algunos les llevaron comida y abrigo a los sirios, otros les reprocharon a viva voz su ingratitud hacia el país que los recibió.

“¡En ningún lado les abren los brazos como en Uruguay! A todos los que llegan a trabajar el Uruguay les abre los brazos. Ellos tienen casa y ayuda del gobierno que sale de nuestros bolsillos”, dijo a la Associated Press Ernesto Nievas, un profesor de un programa de reconversión laboral.

Los refugiados se quejan de que en Uruguay no hay oportunidades laborales y de que es mucho más caro de lo que les dijeron en Líbano. “El plan de ayuda del gobierno es por dos años y ya pasó uno. Yo trabajo en un hospital, mi sueldo es muy poco, 11.000 pesos (unos 380 dólares). Tengo esposa y tres hijos chicos. ¿Cómo haré para vivir cuando la ayuda termine?”, declaró a la AP Ibrahim Al Mohammed, jefe de una de las familias.

Mujica opina que los sirios no están acostumbrado a trabajos pesados. “Si le mira las manos se da cuenta que no son laburantes (trabajadores), laburantes de labores corrientes”, expresó. Sin embargo, el secretario de Derechos Humanos del gobierno Javier Miranda dijo a la Associated Press que todas las familias trabajan.

Los refugiados fueron seleccionados por un equipo del gobierno del propio Mujica, encabezado por Miranda, en base a una preselección del Alto Comisionado de los Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).

Los sirios llegaron a Uruguay en octubre de 2014 y Mujica los recibió en el aeropuerto. “No podemos parar una guerra, pero sí mitigar sus efectos”, dijo el entonces presidente. La imagen de los niños sirios recién llegados fue usada en una foto propagandística del grupo político de Mujica, el Movimiento de Participación Popular.

Pero tras un primer momento de euforia, surgieron los problemas y las marchas y contramarchas.

En febrero de 2015 la prensa denunció casos de violencia doméstica entre los refugiados, que la justicia desestimó.

En marzo, en su primer discurso al asumir, el presidente Tabaré Vázquez, sucesor de Mujica, dijo que haría un “profundo análisis” del tema antes de aprobar el arribo de una segunda tanda de 72 refugiados prevista originariamente para febrero.

En abril, la familia Aldees, radicada en Piriápolis, 100 kilómetros al este de Montevideo, fue denunciada por una autoridad local por no enviar a sus hijas a la escuela, situación luego resuelta, según anunciaron las autoridades educativas.

En julio, Miranda, el secretario de Derechos Humanos, dijo que la llegada de la segunda tanda de sirios podía suspenderse por motivos presupuestales. Pocos días después el canciller Rodolfo Nin Novoa manifestó que el plan seguirá adelante y que el segundo grupo llegará en noviembre o diciembre, al tiempo que lamentó algunas críticas que adjudicó al “espíritu egoísta de algunos compatriotas”.

En agosto se encendió la luz roja. La familia Aldees intentó abandonar Uruguay con pasajes comprados con dinero propio. Pero el documento que se les proporcionó, un “título de identidad y viaje”, no fue aceptado por las autoridades de Turquía. Tras pasar 20 días retenidos en el aeropuerto de Estambul, debieron regresar.

La odisea de los Aldees potenció el malestar del resto.

“El programa tiene complicaciones, es cierto. Pero no son situaciones inesperadas”, admitió a la AP Miranda, el secretario de Derechos Humanos. “Que puedan estar incómodos, que haya dificultades, es algo previsto y natural. No es nada excepcional”.

Miranda dijo que los refugiados reciben una ayuda monetaria del estado durante dos años para facilitar su inserción en el país, pero que una parte de esa ayuda caducará en breve, cuando cumplan un año en Uruguay, lo que puede generarles cierta intranquilidad.

“Ya llevan más de diez meses acá y los niños han comenzado a integrarse”, declaró. Acotó que el malestar de los refugiados obedece en parte a lo que ven en la televisión. “Ven que Alemania le abre sus puertas a miles de refugiados sirios y eso influye. Porque en su imaginario es mejor vivir en Alemania que en Uruguay”, señaló.

Miranda admitió que Uruguay es un país caro, pero negó que los refugiados no estén siendo apoyados. “Nuestro equipo los visita a todos cada dos días. Por supuesto que podemos cometer errores, pero el acompañamiento es permanente”.

Ibrahim Alshibli tiene 21 años y su familia está radicada en Juan Lacaze, una pequeña ciudad de 12.000 habitantes 150 kilómetros al oeste de Montevideo. Contrariamente a lo dicho por Mujica, su padre cría ovejas y cultiva la tierra.

“Necesitamos más ayuda”, dijo a la AP. “Se nos murieron cinco ovejas porque el lugar para pastar no es bueno. Quisimos vender queso de oveja pero no nos dejaron. Mis hermanas hacían comida para vender en oficinas y se quedaron sin clientes porque alguien se enfermó. Otra hermana hace depilaciones con un método sirio, pero el pueblo es chico y hay pocas clientas”.

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